un regalo
Varios días con poca motivación y poca actividad. Necesitaba respirar y por las circunstancias lo más accesible era el balcón de mi casa.
Al salir he mirado a los lados, la gente, niños jugando en el parque, los coches, los edificios y detrás de uno de ellos asomaba una luz enorme con miles de rayos que se difuminaban alrededor. He tenido que pestañear varias veces porque no podía creer lo que estaba viendo. Era el sol, una puesta de sol desde mi balcón.
He recordado las puestas de sol que he visto este verano, donde el sol se escondía tras el horizonte dejando un mar de aguas plateadas y algún que otro surfista aprovechando las últimas olas del día. Precioso.
Pero la de hoy ha sido especial. Quizás por el momento, como un regalo, algo inesperado. No había mar, ni olas…pero me ha hecho reflexionar algo. Muchas veces añoramos lo que no tenemos y eso hace que no podamos valorar lo que realmente hay a nuestro alrededor, que la mayoría de las veces no es poco.
Por unos instantes, he sido un poquito más feliz.